Foto: Enrique Ledesma

Apuntes en torno al Periodismo Cultural

Periodismo cultural en Chiapas: el conjuro cotidiano para dar vida a las palabras*

Es verdad y es mentira a la vez aquel dicho popular de que “en Chiapas se encuentra un poeta abajo de cada piedra”. verdad  porque es cierto que las chiapanecas y los chiapanecos somos capaces de hacer poesía con lo que se nos ponga en las manos, y basta ver a las artesanas del barro, del textil, o quienes hacen fotografías o hacen las comidas más deliciosas para confirmar que son un poema!

La labor de ir a encontrar y mostrar al mundo a esos hombres y mujeres poetas la hacemos ni más ni menos que los periodistas, quiénes más, si somos las encargadas de caminar las calles en busca de aquellas que hacen poesía en todas sus formas.

Y acá quiero poner acento en que, quienes hacemos esta labor sin duda alguna lo hacemos no como un castigo o un simple mandato del jefe de redacción sino como si se tratara de una búsqueda amorosa de ese algo o de ese alguien, que muchas veces ni sabemos qué es pero seguras estamos que nos llenará el alma.

Le pongo el énfasis en esta característica porque estoy convencida de que si no tuviéramos esa llama encendida para ir a buscar poetas de bajo de las piedras, estos espacios como el Presente, y esta misma celebración simplemente no existirían, tiene que haber mucha terquedad pero también mucho amor por el oficio para que los espacios culturales no hayan desaparecido en plena era de las redes sociales.

Y es que no la tenemos fácil: no es sólo esta migración de lo impreso a lo digital y a lo inmediato, a lo que nos enfrentamos sino a la historia misma que cargamos como medios de difusión de la cultura. a las grandes empresas periodísticas chiapanecas no les ha interesado tener un espacio dedicado a la cultura, porque “no es redituable” , aunque yo me pregunto cuántas veces lo intentaron para afirmar categóricamente que es así?

Por su lado, los periodistas independientes dedicados a hacer periodismo cultural tienen no sólo que buscar sus formas de financiamiento sino también tiene la gran tarea y el gran reto de buscar y encontrar las formas de llegar a más públicos, a más lectores entre ellos el público juvenil, las adolescencias y las niñeces también.

En Chiapas hoy en día de las empresas periodísticas con medios impresos que son 7: Cuarto Poder, Diario de Chiapas, Noticias, Voz e imagen de Chiapas, , Portavoz, El Sol de Chiapas, Ultimátum y el 7 de Chiapas,   solo 3 de ellos tienen  espacios dedicados a la cultura  y quienes están a cargo de ellos hacen sólo la cobertura de los hechos del momento.

Hay 2 revistas que son la excepción “ “ pero están más basadas en la promoción turística no es precisamente instrumentado por el periodismo cultural, no es la esencia, y sin embargo tienen un gran respaldo publicitario de gobierno como de la IP.

Hay un espacio excepcional que me parece relevante llamado “Alcaraván cultural”, dirigido por la periodista Karla Gómez, que es una página digital que registra las fiestas tradicionales del centro de Chiapas: Tuxtla Gutiérrez, San Fernando, Ocozocuautla, Copoya.

Me di a la tarea de buscar a dos periodistas: Karla Gómez y Damaris Disner

Karla Gómez: Necesidad de conectar con Tuxtla, en qué rincones encontrar a sus protagonistas, sus historias. Quien se dedica al periodismo es porque vive con una pregunta, necesitamos que alguien nos responda.

El periodismo cultural no sólo registra el valor artístico y tradicional sino el valor humano y espiritual de las personas, sabernos pertenecientes de algo.

Además de difundir el PC abrir la mirada a la investigación, contar historias, no sólo el diarismo.

DAMARIS DISNER:

Es una visión del mundo, una forma de adentrarnos al alma del creador, atravesada por la ética. Mostrar las capacidades del ser humano.

Es necesario seguirlo haciendo porque hay mucho desánimo y miedo en la sociedad  y con ello muestro otras ventanas al mundo.

No hay investigación, falta más trabajar el género del testimonio. Que seamos una comunidad más empática y más valiente a través del arte.

Para yo contestar esta pregunta, primero me regresé a preguntar: ¿Qué es la cultura? ¿Puedo oler, saborear, palpar a la cultura? ¿Podría llevarla en mi cuerpo, en mis gestos, en mi vestido?

Y en la práctica diaria encontré que sí, que la cultura es todo eso y más, porque también pude constatar que en la cultura se encierran las reglas del juego de lo que nos define como hombres y mujeres como por ejemplo en las fiestas tradicionales, en cuya organización es visible la división sexual del trabajo, o en los rezos tradicionales en los que sólo participan los hombres, o en otras celebraciones en las que primero pasan a comer los hombres y luego las mujeres; así también, en ella están enraizadas las relaciones de poder que inevitablemente están presentes entre las familias, las cofradías, los patronatos, en la visión de un fotógrafo, en la mirada de un escritor.

Y cada que salía a calle con libreta y lapicero en mano, me convencía que a la cultura la podía leer en los ojos de las personas que a diario hacen su trabajo por necesidad sí, pero con gran pasión; en los sabrosos regionalismos de la gente chiapacorceña, villaflorense, copainalteca, en el cantadito de los comitecos; en las obras de las y los artistas chiapanecos, en el rock nacido de las culturas originarias, en la marimba que hacían sonar los niños, niñas, jóvenes; en las muñecas de tela que hacen las niñas indígenas.

A mí, la cultura me sabe a cacao con maíz, a jocote curtido, a pan compuesto, y a todo aquello que caminamos, construimos y volvemos parte de nuestro cuerpo. Sí, ¡a la cultura la puedo oler, saborear, palpar! Y aún más, pude constatar que así como no podemos hablar de una sola identidad tampoco podemos hablar de una sola cultura, porque efectivamente hay muchas culturas en un solo lugar.

Y entonces, si la cultura es todo lo que hacemos cotidianamente ¿vale hablar de periodismo cultural? ¿No es cultura la política, el deporte, las fiestas sociales, la nota roja? Sin duda que si, no obstante creo que se ha demeritado en gran medida lo que hombres y mujeres hacemos cotidianamente y no cabe en ninguna de esas “categorías”. ¿En dónde cabría la práctica cotidiana de doña Eli, que durante muchos años se levanta a moler el maíz y el cacao y lo lleva a vender al mercado 5 de mayo, convertido en un sabroso pozol?

El registro de la cotidianidad, es algo que se ha despreciado por no tratarse de un “asunto público” a lo que supuestamente debe atender el periodismo. Y con ello, se le cierra el micrófono a las mujeres y los hombres de a pie, los que hacen el día a día de una ciudad y por ende, nos perdemos de todo lo que nos pueden enseñar.

En Chiapas, el periodismo cultural se ha practicado mayormente en medios impresos. Se sabe de pocas publicaciones lanzadas por empresas periodísticas salvo los casos de El Heraldo de Chiapas con la sección cultural, el suplemento Paralelo 16 -, el espacio Universidades, Caricaturarte y en el Diario de Chiapas El pensador, entre algunos.

Esto nos indica que en el periodismo practicado en Chiapas, aún priva la visión de que la cultura no es negocio, o dicho en otras palabras, no genera publicidad. Durante el tiempo que mis compañeros y compañeras fotógrafos/as, reporteros/as, articulistas, narradores, caricaturistas, cronistas, construimos la sección Cultura, ¡oh sorpresa! los empresarios que compraban espacios publicitarios en el periódico pedían que su publicidad fuera colocada en la sección de cultura, porque consideraban y creían que era “muy leída” cuando no “la más leída”.

Es necesario detenernos y preguntarnos: por qué hacemos periodismo cultural?

Por que si bien es una forma de retratar la realidad que nos tocó vivir también es una herramienta poderosa para transformar la manera en que nos percibimos, nos hablamos y nos tratamos. Estoy convencida que a la par de las luchas sociales para lograr la igualdad y la equidad de derechos y tener leyes justas, la otra lucha imprescindible es la cultural, el cambio y transformación de ideas.

En este sentido vengo a hacernos algunas propuestas para no desanimarnos y continuar ejerciendo esto que nos apasiona:

Que no sea un periodismo de culto: es decir romper con esta idea de que sólo  las bellas artes son expresiones de cultura o realizar contenidos con expresiones fuera del alcance de la gente de a pie, conceptos garigoleados o tecnicismos.

-Diversificar las formas: entrarle a otros medios, redes y plataformas sociales:

-Investigar, hacer reportajes, no sólo diarismo, abarcar temas que están presentes pero que sólo con nuestra mirada curiosa podemos ponerlo en la voz pública. (los artistas ya solitos se publicitan)

Llegar a otros públicos: juventudes, niñeces, mujeres etc

-Diversificar fuentes: no sólo los funcionarios

Visibilizar los aportes de las mujeres

Divulgar con una narrativa que sea de reconocimiento, de respeto, de inclusión. ¿Cómo representamos a las personas de a pie? A los obreros, a los artesanos/as, le damos su lugar como personas que aportan a la cultura y a la economía? Etc

registrar lo cotidiano: para que el público se refleje y porque hay una gran riqueza en ella.

Y sin duda alguna, habrá más formas de hacer un periodismo diverso, rico, democrático que refleje la belleza humana. Queda abierto el tintero.

*Texto compartido en el Foro de  Aniversario 66 del  Presente, Diario del Sureste;  Villahermosa, Tabasco.

 

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